Un día estuvo un joven de una congregación religiosa haciendo una colecta. Alcancía en mano se acercó a un señor muy anciano.
- ¿Señor, no me da una limosna?
- ¿Para quién es? -Preguntó el vejancón-.
- Es para dársela a Dios. -Contestó el joven-.
- ¡Ah! Entonces dame la alcancía, que a Dios lo voy a ver antes que tú.
FÁBULAS DE MARTINCHO
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Historias o anécdotas breves de un hombre muy involucrado en las cosas de
la vida. Martincho es, como tal, un tipo corriente y multifacético, sabio y
estú...
Hace 12 años
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